El presidente del Gobierno, José María Aznar, optó ayer por no
hablar con el presidente cubano, Fidel Castro, durante el encuentro
bilateral que ambos mantuvieron aprovechando la cumbre de Río-Unión
Europea-América Latina y a la que ambos asisten, de los temas más
espinosos relacionados con el régimen cubano, como el ritmo
acelerado de las ejecuciones de las condenas a muerte o la
represión del Régimen.
La reunión entre ambos mandatarios se centró en todo lo
referente a la cumbre de Río y a la próxima cumbre Iberoaméricana,
que se celebrará el próximo otoño en La Habana. Según fuentes del
Ejecutivo, Castro agradeció a Aznar las gestiones que está
realizando para garantizar la asistencia de todos los líderes
iberoaméricanos. Según las citadas fuentes, Castro le comentó a
Aznar que le iba a nombrar «el más leal colaborador» y embajador de
Cuba en la cumbre de La Habana. El propio presidente cubano utilizó
palabras elogiosas para hablar de Aznar, y al que definió como «un
español inteligente».
Aznar se ha marcado como prioridad precisamente conseguir que la
Cumbre de la Habana se celebre con éxito, ya que como explicó el
ministro de Exteriores, Abel Matutes, España considera que las
cumbres son el instrumento de «diálogo y cooperación» entre los
países iberoamericanos, que sirven además para «profundizar en la
democracia, el respeto a los derechos humanos».
Por eso, a juicio del Gobierno español «es más inteligente», en
palabras de Matutes, para conseguir esos objetivos de
democratización y respeto a los derechos humanos, conseguir que
esas cumbres se celebren y con éxito. Para ello apostó por seguir
trabajando en la búsqueda de esos objetivos, no defendiendo
«determinadas posiciones que simplemente plantean la exclusión y la
ruptura del diálogo», ya que con eso, argumentó, lo único que se
consigue es «dar pretextos a quienes no quieren avanzar, sino
seguir en el inmovilismo».
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