La Fuerza internacional de paz para Kosovo (KFOR) dijo ayer que
dispone de informes sobre la existencia en el oeste de la provincia
de una fosa común que contendría unos 350 cadáveres y sería la
mayor de las descubiertas hasta ahora. El mayor Jan Joosten,
portavoz de la KFOR, rehusó dar más detalles sobre la fosa, salvo
que supuestamente se encuentra en la localidad de Ljubenic.
La región está ahora acordonada por las fuerzas italianas de la
KFOR, en espera de que accedan a ella, para verificar los informes,
investigadores del Tribunal Internacional para los crímenes de
guerra en la antigua Yugoslavia, con sede en La Haya. Esta alta
instancia judicial levantó una acusación por crímenes de guerra en
Kosovo contra el presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, y
cuatro altos cargos políticos y militares serbios.
Dentro de Serbia, empiezan a oírse voces, aunque todavía pocas,
que piden investigar lo ocurrido en Kosovo y llevar a los
responsables ante la Justicia serbia.
Una de esas voces es la Iglesia ortodoxa serbia, que denuncia
que los civiles serbios están pagando ahora por los excesos de sus
fuerzas de seguridad con los albaneses. El padre Sava, en
entrevista esta semana con un semanario belgradense, destaca que
Pec, por ejemplo, es una «ciudad totalmente destruida» por los
efectivos serbios. Los responsables, añadió, deben comparecer «ante
la Justicia serbia y, luego, ante la internacional».
Por otra parte el régimen de Slobodan Milosevic muestra ya los
primeros signos de impaciencia ante las manifestaciones de la
oposición que, día tras día, reclaman la dimisión de la presidencia
yugoslava, y, aunque hasta el momento ha evitado prohibirlas y se
limita a minimizarlas, Belgrado podría decidir a corto plazo
medidas de represión para neutralizarlas.
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