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MARÍA CALLE - TEHERÀN Los sangrientos incidentes de los últimos días en la Universidad de Teherán, que estuvieron a punto de causar una crisis en el Gobierno moderado de Mohamed Jatamí, ponen de manifiesto el progresivo alejamiento entre la población y el régimen islámico. El Consejo Supremo de Seguridad Nacional (CSSN) iraní reconoció ayer que una persona había resultado muerta y otras tres heridas de gravedad en el asalto policial a la residencia universitaria de Teherán el jueves por la noche.

El CSSN también informó de que los dos altos mandos de las fuerzas de seguridad que ordenaron el asalto, en el que participaron civiles radicales islámicos, han sido destituidos y detenidos, mientras se procede a investigar los hechos. Además, según este Consejo, han sido puestos en libertad los 200 estudiantes detenidos por la policía en la operación, que se inició tras unos altercados ocurridos el jueves, después de una manifestación estudiantil de protesta por el cierre del diario «Salam», de tendencia izquierdista islámica y partidario de la línea aperturista del presidente del país, Mohamed Jatamí.

Todas estas cifras contrastan con la ofrecidas por las organizaciones estudiantiles y fuentes de la dirección de la Universidad de Teherán, que insisten en que fueron seis los muertos, centenares los heridos y más de quinientos los detenidos en la operación policial. Según los grupos aperturistas iraníes, estos incidentes son una muestra clara de las dificultades que tiene el Gobierno moderado del presidente Jatamí para llevar adelante la apertura nacional que prometió en su campaña electoral de 1997.

Los grupos conservadores integristas islámicos han puesto todo tipo de obstáculos a Jatamí, que fue elegido en 1997 con un 70 por ciento de los votos, para tratar de evitar que lleve a cabo su programa de transformación del estricto régimen teocrático en otro de preponderancia civil.