El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, calificó de «acto terrorista» la
explosión que ayer por la tarde se cobró una treintena de heridos
en un centro comercial subterráneo al lado del Kremlin.
De acuerdo con los últimos datos, la explosión causó 29 heridos,
de los cuales 26 tuvieron que ser hospitalizados, dijo Luzhkov a la
cadena de televisión NTV en una entrevista en directo desde el
lugar del siniestro. Fuentes médicas hablaban de cuarenta
heridos.
La explosión ocurrió a las 20.00 hora local (las cinco de la
tarde hora española) en el centro comercial de varias plantas
situado debajo de la Plaza Maniezh («del Picadero»), que es
contigua a la Plaza Roja y al recinto del Kremlin.
La televisión mostró imágenes de personas ensangrentadas y de
los daños en las dependencias subterráneas que provocó la
explosión, ocurrida en una hora de gran afluencia en las lujosas
tiendas del centro comercial.
Luzhkov precisó que el artefacto fue colocado en la sala de
máquinas de juego, y que entre los heridos hay cuatro niños,
mientras que cinco personas se encuentran «en estado grave», aunque
su vida no se encuentra en peligro.
«Es un acto terrorista, un terrible acto vandálico», dijo el
alcalde, quien opinó -sin aducir pruebas- que detrás del atentado
podrían estar extremistas islámicos del Cáucaso ruso.
El alcalde supuso que el atentado podría ser «un acto de
venganza» por parte de los separatistas islámicos, cuya rebelión en
la República de Daguestán no acaba de sofocar el Ejército federal,
aunque admitió que no tiene pruebas.
Las conclusiones definitivas sólo se podrán hacer después de que
los criminalistas estudien los restos del artefacto y del material
explosivo, señaló.
Precisamente, la proclamación de una autonomía cherkés dentro de la
república rusa de Karacháyevo-Cherkesia abrió ayer un nuevo foco de
tensión ruso en el Cáucaso Norte, cuando todavía no se han apagado
los ecos de la guerra en Daguestán.
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