Más de 600.000 timorenses hambrientos y aterrorizados tienen
depositadas sus esperanzas en la Fuerza Internacional para Timor
Oriental, que acometerá la más importante operación militar en esa
zona del mundo desde el final de la II Guerra Mundial en 1945. El
primer ministro australiano, John Howard, volvió a repetir ayer que
«existe el riesgo de muertes» en esa operación, mientras que su
titular de Defensa, John Moore, anunciaba que el despliegue no
comenzará antes del domingo o el lunes.
Aun antes de que los 8.000 hombres de la fuerza de paz hayan
pisado suelo timorense, el creciente nacionalismo en Indonesia y
las milicias organizadas por el Ejército indonesio en Timor
Oriental les han advertido que no serán bien recibidos. Sean
bravatas o amenazas auténticas, unas milicias han dicho que habrá
un australiano muerto cada día y otras que se comerán el corazón de
los que vengan.
El general de división australiano Peter Cosgrove comandará esa
fuerza internacional, en la que participan 250 «gurjas» -soldados
de élite británicos de origen nepalí -que ya se encuentran en
Darwin (norte de Australia), dispuestos a entrar en acción junto
con 2.000 australianos, de los 4.500 que integrarán las tropas de
paz. Está previsto que este fin de semana ya esté reunido el grueso
de la fuerza en Darwin para dar el salto a Timor Oriental, a
quinientos kilómetros de distancia.
El jefe de las Fuerzas Armadas australianas, el almirante Chris
Barrie, destacó ayer que Australia encabeza una operación dedicada
a asegurar la paz, con aportaciones de Brasil, Canadá, EE UU,
Francia, Italia, Nueva Zelanda, Portugal y el Reino Unido.
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