El presidente norteamericano, Bill Clinton, brinda con el rey de Noruega, Harald V, poco después de llegar a Oslo.

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DELIA MILLÀN - OSLO El primer ministro de Israel, Ehud Barak, el líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yaser Arafat, y el presidente de EE UU, Bill Clinton, empezaron ayer a negociar en Oslo la «estructura» de la fase final del proceso de paz para Oriente Medio.

Los tres líderes han coincidido en Oslo en unos actos en memoria del primer ministro israelí asesinado hace cuatro años, Isaac Rabin.
Dentro de una semana, palestinos e israelíes empezarán a negociar el «acuerdo-marco», que, según explicó un alto funcionario de EE UU después de dos reuniones bilaterales de Clinton con Arafat y Barak, debe resolver en términos «generales» las difíciles cuestiones que deben quedar solucionadas en un tratado definitivo.

Entre estas cuestiones está la del estatuto de Jerusalén, el de las fronteras de los dos estados futuros, el destino de los refugiados palestinos o el de los asentamientos judíos. El objetivo de esta cumbre de Oslo, explicó el alto funcionario que habló bajo condición de anonimato, es «crear una base para lograr lo que se pretende» y determinar si las dos partes «pueden trabajar de una manera lo suficientemente práctica como para llegar a un acuerdo marco».

Se trata, especificó, de «desarrollar una estructura para negociar las cuestiones más difíciles ... y no dejar ninguna fuera». Tras un primer contacto bilateral, primero con Barak y luego con Arafat, Clinton se siente «satisfecho» y cree que la reunión tripartita que celebrará mañana con ambos permitirá progresar.

Barak y Arafat celebraron anoche -tras la cena que abre las conmemoraciones en honor de Rabin- una reunión que estaba en el aire pero cuya celebración no se decidió hasta que ambos hablaron con Clinton. Clinton declaró ayer que «está dispuesto a hacer cualquier cosa por hacer avanzar la paz en Oriente Medio», uno de los conflictos que espera dejar resueltos cuando abandone la Casa Blanca en enero de 2001.

Antes de la reunión con Clinton, Arafat reiteró sus condiciones para la paz, empezando por que la «santa Jerusalén» sea la capital de un futuro estado palestino independiente, y volvió a condenar con fuerza los asentamientos judíos.

Barak, por su parte, insistió sobre todo en las muestras de buena voluntad que ha dado en sus cien días de Gobierno: apertura del puerto de Gaza, de pasos entre la Franja de Gaza y Cisjordania, liberación de presos palestinos.