El ministro Strauss-Kahn fue aplaudido tras anunciar su dimisión.

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«Espero que volverá rápidamente» al Gobierno, dijo Jospin, y expresó su «simpatía y fiel amistad» a su amigo y ex brazo derecho ante la Asamblea Nacional (cámara de los diputados), en sus primeros comentarios públicos desde que estalló el asunto el pasado viernes. Jospin, quien vive su primera crisis de Gobierno desde su llegada al poder en junio de 1997, propuso al presidente, el neogaullista Jacques Chirac, el nombramiento del hasta ahora secretario de Estado de Presupuesto, Christian Sautter, como nuevo ministro de Economía, Finanzas e Industria.

Unas tres horas después de que Strauss-Kahn anunciara su dimisión, el Elíseo hizo público el nombramiento de Sautter, de 59 años, militante socialista desde hace años. Strauss-Kahn, «respetado, escuchado y querido por sus pares en el escenario internacional», ha conducido con «inteligencia» una política económica e industrial «eficaz y bien concebida» en sus dos años y medio en el cargo, dijo Jospin en un encendido tributo al que hasta hoy era uno de sus dos «superministros».

El socialista Strauss-Kahn, de 50 años, se había convertido en el símbolo de la buena marcha de la economía francesa con un crecimiento respetable y una fuerte caída del paro. El dimitido titular de Economía y Finanzas ha encarnado el ala más liberal del Gobierno de coalición, frente a la postura más izquierdista de la «superministra» de Empleo, Martine Aubry, promotora, por ejemplo, de las dos leyes controvertidas sobre la reducción del tiempo laboral a 35 horas.

La Bolsa de París, que registró un moderado descenso tras el anuncio de la dimisión de Strauss-Kahn, cerró con un alza del 0'20 por ciento de su principal índice. Tanto el primer ministro como otras figuras socialistas elogiaron la decisión de Strauss-Kahn que, según Jospin, demuestra un «alto concepto de sus deberes de Estado».

Al comparecer, pálido y tenso, ante la prensa para anunciar su dimisión, Strauss-Kahn subrayó que «de ninguna manera» se siente culpable de las alegaciones en su contra y que niega, sino que se va porque lo exigen «la moral y el sentido de las responsabilidades».