El último parte bélico fue facilitado por el ministro de Defensa
ruso, mariscal Igor Serguéyev, quien aseguró que Gudermés, la
segunda ciudad más importante de la república secesionista, está
rodeada por la agrupación oriental de las tropas federales.
Serguéyev informó desde Uzbekistán de que siete de los 22 poblados
del distrito de Gudermés (al este) y nueve de los 31 del distrito
de Grozni (la capital) «han sido liberados» y de que 2.000 personas
desplazadas han podido regresar ya a sus casas.
Mientras, la situación de los refugiados -ya han salido 200.000
y hay otros tantos que vagan dentro de Chechenia- empeora cada día
que pasa, en medio de la lluvia, el frío y la falta de alimentos.
La catástrofe humanitaria puede empeorar día a día. Ya no es
posible llegar en coche a la frontera con Ingushetia porque la fila
de automóviles en la carretera Kavkaz alcanza los 20 kilómetros,
franja en la que se agolpan 50.000 personas.
El punto fronterizo Kavkaz-1 volvió a abrirse ayer, informó el
presidente ingush, Ruslán Aushev, quien denunció que «el paso
funciona mal y se permite el paso en pequeños grupos». «Una mujer
refugiada parió el martes junto al puesto y no tuvo la asistencia
médica adecuada», relató Aushev al anunciar que pedirá al
presidente ruso, Boris Yeltsin, que investigue la actuación de las
fuerzas federales en la línea fronteriza. Los soldados dejan pasar
a unas cuantas decenas de personas cada dos o tres horas, y varias
veces al día mueven hacia delante y detrás los puestos de control
para dificultar el tránsito. Los que pasaron lo consiguieron
gracias a sobornos a los oficiales.
Mientras, estremecedores relatos sobre violaciones, tortura y
saqueos a cargo de las tropas rusas en Chechenia añadieron ayer
dolor y rabia a la angustiosa situación de los refugiados. «A una
anciana de setenta años de la casa vecina la violaron, le robaron
todo lo que tenía y las cosas de más valor se las llevaron los
soldados en sus blindados», dice un testigo anónimo al diario
Izvestia.
Historias como estas puede contar cualquiera de los 200.000 de
refugiados chechenes, la mayoría de ellos mujeres, ancianos y
niños, que abandonaron sus hogares ante el avance de los tropas
rusas.
Por otra parte, Yeltsin cortó ayer unas vacaciones en la playa,
regresó precipitadamente a Moscú y mantuvo con el primer ministro
Vladímir Putin una misteriosa reunión relámpago de la que el
Kremlin informó rutinariamente y se especula que se trató sobre la
crisis de Chechenia. Las circunstancias poco habituales que
rodearon el episodio desataron un alud de versiones y rumores,
desde el mal tiempo en la costa hasta la inminente destitución de
Putin.
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