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AGENCIAS - BERLÍN El espectáculo luminoso culminó en la emblemática Puerta de Brandeburgo donde el rastro rojo se convirtió en una breve ráfaga de fuegos artificiales ante las 30.000 personas congregadas para celebrar el cumpleaños del Berlín unido.

Los dos días de intensas celebraciones tuvieron su punto final en la puerta, con una fiesta popular en la que no faltaron los discursos ni la música. «El futuro está en el aire, puedo sentirlo en todas partes, soplando con el viento de cambio» cantaron los rockeros «Scorpions» acompañados por el músico ruso Mstislav Rostropovich y 160 chelistas, mientras la luz discurría por un kilómetro de Berlín.

El ex presidente soviético Mijail Gorbachov, el antiguo inquilino de la Casa Blanca George Bush, el ex canciller Helmut Kohl y el actual, Gerhard Schroeder, subieron al escenario para darse el último «baño de multitudes» de este aniversario. El padre de la «perestroika» fue sin duda la personalidad más aclamada por el público y los cariñosos gritos de «Gorbi, Gorbi» se dejaron oír entre los alemanes que no olvidan su papel decisivo en noviembre de 1989.

Los actos populares que se prolongaron hasta bien entrada la noche se celebraron en lugares donde se conservan fragmentos de la pared de la vergüenza, una muralla que diez años después ha pasado al recuerdo.

La solemnidad de los actos políticos y la alegría colectiva en las calles de Berlín sintetizaron el día en el que los alemanes dejaron de estar partidos en dos.

El Parlamento alemán marcó por la mañana el décimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, con una ceremonia solemne en la que figuras internacionales apelaron a preservar para Europa el legado de democracia y unidad de aquel acontecimiento histórico. Tanto Bush como Kohl admitieron en la Cámara que la caída del «muro de la vergüenza» sólo fue posible gracias a las reformas emprendidas por Gorbachov con su perestroika.

Schroeder advirtió contra los peligros de prolongar la división de Europa creando una «frontera de bienestar» entre la Unión Europea y sus vecinos del Este que reemplazaría al telón de acero y al Muro de Berlín. Helmut Kohl consideró que el «regalo de la unidad» debe suponer para Alemania un compromiso para «seguir trabajando con pasos decididos por la integración de Europa».

Por su parte, el presidente del Parlamento, Wolfgang Thierse, evocó la noche de la caída del muro y señaló que era «casi increíble» que esa noche no se hubiera hecho un solo disparo. Los tres oradores alemanes coincidieron en recordar que el 9 de noviembre no sólo es una fecha de alegría en la historia de Alemania, sino también de vergüenza y tristeza por el pogromo contra los judíos organizado por los nazis en 1938. La coincidencia de los dos acontecimientos, según los oradores germanos, obliga a Alemania a asumir una responsabilidad especial en la defensa de la democracia.