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Decenas de miles de profesores protagonizaron ayer su segunda jornada de protesta en ocho días para reclamar la cabeza del ministro de Educación, Claude Allègre, cuya salida del Gobierno en la inminente remodelación se da por segura.

Aunque menos multitudinaria que la del pasado día 16, la jornada de huelga y manifestaciones de ayer viernes también tuvo un importante respaldo.
«Más de 100.000» personas, según los organizadores, 55.000 según la policía, recorrieron las calles de París para protestar por las reformas que trata de introducir en la educación Allegre, quien fue la vedette indiscutible de la jornada.

Su caricatura impresa sobre una gran pancarta con el lema «el verdadero rostro de la violencia en la escuela», abrió el colorista cortejo de la capital francesa.

El nombre de Allègre también resultó manchado en las marchas que se celebraron a lo ancho y largo de Francia: Marsella, Montpellier, Brest y Toulouse, entre otras ciudades.

El seguimiento de la huelga en las aulas fue un 40 por ciento inferior al «jueves negro» de la pasada semana, según datos oficiales.
El hecho de que los padres de alumnos se descolgaran de esta convocatoria y de que las cinco centrales sindicales convocantes empezaran a mostrar fisuras en su unidad de acción pudieron influir, según los analistas, en el éxito un poco más modesto de la convocatoria.