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MÓNICA GARCÍA - MOSCÚ La suspensión del derecho a voto de Rusia en el Consejo de Europa, decidida el jueves por la Asamblea Parlamentaria en Estrasburgo, levantó ayer una oleada de ira en Moscú, y supone un jarro de agua fría para el presidente electo, Vladímir Putin, que pretende obtener la simpatía de Occidente mientras continúa la guerra en Chechenia. La primera represalia contra los diputados europeos que exigen el cese de las torturas y masacres de civiles en Chechenia ha sido taparles los ojos. El portavoz del presidente ruso para la república caucásica, Serguéi Yastrzhembski, ha anunciado la suspensión de las visitas de los representantes del Consejo de Europa a la república caucásica.

«Evidentemente, todos los viajes oficiales de los lores o de cualquier otro representante del Consejo deben ser suspendidos en Chechenia», aseguró el portavoz presidencial.

En cuanto al resto de las instituciones, podrán continuar sus visitas si muestran «buena voluntad», es decir, si se limitan visitar la república absteniéndose de dialogar con los refugiados o ciudadanos chechenos para conocer la actuación de las tropas rusas, manifestó.

Yastrzhembski, que acusó a los europeos de estar bajo el «síndrome checheno», recordó que Rusia irá hasta el final en Chechenia, «porque está en juego su integridad territorial». Horas antes de la intervención del portavoz ruso, la primera reacción oficial llegaba en términos muy similares de boca del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Ígor Ivanov, quien acusó al Consejo de Europa de seguir los dictados de la Guerra Fría. El ministro de Asuntos Exteriores se declaró consternado y profundamente entristecido, y manifestó que la decisión de los diputados complicará el diálogo, pero que Rusia proseguirá firmemente su política de erradicación del terrorismo, de restablecimiento de la ley, el orden y los Derechos Humanos en Chechenia. Quizás para aplacar los ánimos, Putin aprovechó la reunión con el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) de la Unión Europea, Javier Solana, para autorizar una visita a Chechenia de los embajadores de la troika europea.