Sin dar pábulo a las sorpresas, el presidente ruso, Vladímir Putin,
confirmó ayer en sus cargos a los titulares de los ministerios
clave de Gobierno y dejó hasta la semana que viene la duda sobre el
rumbo que se dará a la economía. La conservación de los ministros
más importantes en sus puestos asegura a Putin un círculo leal y
subordinado que le permitirá llevar a cabo su plan de afianzar el
peso de la Presidencia sobre los poderes locales y parlamentarios.
Este Gabinete ha sido calificado por los comentaristas políticos
en Moscú como un Ejecutivo de transición. Por otra parte, el
Ejecutivo continuista de Putin deja las manos libres al jefe de
Estado ruso para continuar su afianzamiento del poder de la
Presidencia en detrimento de las autoridades locales. Putin lanzaba
ayer otra de sus propuestas de choque, de nuevo contra el poder
omnipotente de los presidentes de repúblicas y gobernadores de
regiones.
El presidente anunció que el tiempo de los compromisos obligados
con los líderes locales había terminado y que presentará un
proyecto de ley «revolucionario» para modificar la composición del
Consejo de la Federación (Senado) y excluir de éste a los
gobernadores y presidentes republicanos. El golpe asestado a los
«jefes» locales tiene el objetivo de alejar a los líderes
regionales de la vida política nacional y devolverlos a sus
territorios de origen.
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