Rusia y la Unión Europea (UE) relanzaron ayer sus relaciones por
todo lo alto en una cumbre donde los intereses y desafíos comunes
estratégicos y económicos primaron sobre las discrepancias por
Chechenia y los Balcanes. Una declaración conjunta al final de la
reunión proclamó la voluntad mutua de impulsar el «desarrollo
progresivo en todos los campos», desde la seguridad a la economía.
El presidente ruso, Vladímir Putin, incluso aludió al eventual
ingreso de su país en la UE al afirmar que el Kremlin «da y dará
importancia primordial» a las relaciones continentales.
Putin también anunció al término de la cumbre el próximo envío a
la Duma o cámara baja de un proyecto de ley para establecer una
«administración provisional» en Chechenia. La declaración conjunta
dejó constancia de las «conocidas preocupaciones» de la UE ante la
guerra, aunque obvió hablar como otras veces del uso desmesurado de
la fuerza y las violaciones de derechos humanos.
Ambas partes abogaron por un «diálogo político reforzado» para
promover una Europa «estable y próspera» basada en la democracia,
el respeto de los derechos humanos, el imperio de la ley y la
economía de mercado. «Rusia ha sido, es y será un país europeo por
su situación, su cultura y su visión sobre la integración
económica», dijo Putin al abrir el «diálogo a gran escala» con la
delegación comunitaria. El líder del Kremlin aseguró que «los
principios fundamentales que unen a Europa son los mismos que los
de Rusia», en un aparente esfuerzo de acercamiento tras más de un
año de recelos mutuos.
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