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EFE - DAMASCO El presidente sirio, Hafez El Assad, falleció ayer a los 69 años de un ataque cardiaco en Damasco tras casi 30 años de mandato absoluto, durante los que mantuvo inflexible su oposición al Estado de Israel. Desde su llegada al poder, mediante un golpe de Estado incruento en noviembre de 1970, fue considerado por todos como la figura más difícil dentro de la ya por sí complicada ecuación de paz para Oriente Medio.

La gran incógnita a resolver ahora es si el fallecimiento del hombre con el permanente «No» a Israel abre una nueva era en Oriente Medio, que culmine con un tratado de paz sirio-israelí. Momentos después de que la televisión estatal anunciara oficialmente la muerte del presidente del país, el Parlamento se reunió en sesión de urgencia y aprobó una enmienda de la Constitución, que rebaja de 40 a 35 años la edad para poder acceder a la Presidencia. Esta enmienda permite que el Parlamento designe como candidato a la presidencia a su hijo Bachar Assad, de 37 años.

Bachar, está considerado una figura mucho menos radical que su progenitor y sus declaraciones oficiales han sido elogiadas por comentaristas políticos árabes y occidentales.

Conocido como «el zorro de Oriente Medio» y el «León de Damasco», Hafez Assad dirigió su país con mano de hierro, eliminando a todos sus opositores, y sólo moderó su radicalismo tras la desaparición de su mayor aliado, la Unión Soviética. Sólo acepto entrar en las negociaciones de paz conjuntamente con otros países árabes y los palestinos, a raíz de la Conferencia de Madrid de 1991, que lanzó el actual proceso de paz de Oriente Medio.