Schröder se reunió con el presidente Putin tras lograr el acuerdo sobre energía nuclear.

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El plan de abandono de la energía atómica acordado ayer en Alemania no despeja aún la incógnita de cuándo se desconectará el último reactor, ni acalla las críticas surgidas. Inicialmente un reactor podría producir energía durante un periodo de 32 años desde su puesta en marcha, pero los complicados repartos de tiempos de funcionamiento a partir de ahora, hacen que el Gobierno no quiera aventurarse a dar una fecha definitiva.

Si se hiciera un cálculo teórico y lineal, el reactor más moderno, puesto en marcha en 1989, tendría que apagarse en el 2021, pero se prevé que no será así porque las plantas pueden «cederse» años de vida entre ellas. Además, los diecinueve reactores en funcionamiento reciben «de regalo» once años más a cambio de que la industria nuclear no reclame indemnizaciones por el cierre de la planta de Mülheim-Kärlich, clausurada poco después de su puesta en marcha por problemas de seguridad.

La oposición cristianodemócrata y los Verdes rechazan el acuerdo. Estos últimos, miembros de un partido minoritario, han sido capaces de imponerse a la economía "recordó Gunda Röstel, una de las dos presidentas de Los Verdes" y han llegado a un compromiso de importancia internacional. La voz disonante llegó de la otra presidenta, Antje Radcke, que rechazó el acuerdo y recordó que los Verdes no han logrado siquiera un compromiso para la desconexión de dos reactores en esta legislatura, como exigían.