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EDUARDO CONTRERAS - MÉXICO Parecen mínimas las posibilidades de un gran fraude mañana en México por la independencia del Instituto Electoral que reconocen todos los partidos, pero pocos dudan de que el PRI pondrá a funcionar a todo vapor su poderosa maquinaria, acusada en el pasado de trampas y ardides ilegales.

El presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg, insistió ayer en que las elecciones transcurrirán de forma pacífica y ordenada, y en que no está en peligro la estabilidad social y económica de México. Woldenberg aseguró que «no hay ningún foco de alarma» y que la democracia mexicana «se ha convertido en una realidad imposible de ser revertida o cancelada por inercias, fraudes o prácticas de otros tiempos».

Los aspirantes a la Presidencia han expresado su confianza en la imparcialidad del IFE, pero la oposición manifiesta a diario su desconfianza en el Tribunal Federal Electoral, que deberá dictaminar sobre las impugnaciones, y en el Gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) tras siete décadas de acusaciones de democracia amañada. El candidato opositor Vicente Fox, de la conservadora Alianza por el Cambio y el Partido de Acción Nacional (PAN), declaró que espera que el PRI no haga «las chapucerías que acostumbra para evitar una situación incómoda el día posterior a la fecha de la elección». Fox admitió que respetará el resultado si no hay evidencia de un fraude, aunque advirtió de que lo contrario suscitará una fuerte reacción social y violencia postelectoral. El candidato del PRI, Francisco Labastida, no duda de que las elecciones de mañana serán «limpias y transparentes», y descarta incluso la compra de votos o coacción hacia los electores.