El presidente de Rusia, Vladimir Putin, pronunció ayer en el
Kremlin su primer mensaje anual como presidente dirigido a las dos
cámaras del Parlamento, en el que apostó por una Rusia fuerte,
defendió su modelo de reforma regional, justificó las operaciones
militares en Chechenia y la libertad de prensa y abogó por una
economía liberal que evite que Rusia se acerque al Tercer Mundo.
Putin consideró que «la única opción para Rusia es ser un país
fuerte y seguro de sí mismo», un país fuerte que, en todo caso no
lo sea «contra los otros países fuertes, sino con ellos». Entre
esas medidas para reforzar a Rusia, Putin habló de su polémica
reforma regional en favor del reforzamiento del poder central, algo
que presentó como un «deber sagrado» ante el peligro del
separatismo. «La autonomía regional suele interpretarse como una
autorización para la desintegración del Estado», lamentó, y señaló
que su reforma tiene por objetivo «reunir todas los recursos del
país en favor de una estrategia única de desarrollo de Rusia».
Según Putin, el Estado federal no está amenazado por las
reformas, ya que consideró que tras la caída de la Unión Soviética
lo que se formó en Rusia fue un «Estado descentralizado», y no un
«Estado federal». Reiteró su acatamiento a la libertad de prensa,
pero denunció que ésta sea un instrumento para los diferentes
«clanes» que luchan por el poder.
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