La cúpula de la Unión Cristianodemócrata (CDU), en la oposición,
celebra hoy una reunión de crisis para examinar el estrepitoso
fracaso de su campaña contra la reforma fiscal alemana, y el
persistente problema de Helmut Kohl y sus cuentas secretas.
Se tratará de la primera reunión de la presidencia del partido
en su nueva sede de Berlín, un vistoso edificio que asemeja un
barco de cristal y que fue pensado en tiempos mejores, cuando la
CDU no era un partido con problemas financieros y de identidad. Se
trata también de la primera sesión «de crisis» que presidirá Angela
Merkel, la presidenta del partido elegida con entusiasmo hace tres
meses, pero que, en sus primeros cien días, no sólo no ha logrado
que la CDU salga de la sombra de Kohl y del escándalo, sino que
tiene dificultades para perfilarse frente al Gobierno.
El pasado 14 de julio fue, para la dirección de la CDU -de la
que también forma parte otro exponente de la nueva generación, el
jefe del grupo parlamentario Friedrich Merz- «un viernes negro».
Ese día, el Gobierno del socialdemócrata Gerhard Schroeder
consiguió que la Cámara regional, el Bundesrat, aprobara su
proyecto de reforma fiscal, gracias al voto de tres jefes de
gobiernos regionales cristianodemócratas que dieron su apoyo al
plan en contra de la consigna de su partido. La imponente figura de
Kohl, con sus méritos históricos, sus escándalos y su actitud
desafiante, es un lastre para el joven equipo de la CDU que, como
reconoce Merkel.
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