Albright y Arafat paseando por Camp David.

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AGENCIAS - THURMONT Joe Lockhart, portavoz de la Casa Blanca, afirmó que «existen posibilidades de llegar a un acuerdo, pero es imposible predecir sieso ocurrirá». El hecho de que Clinton prolongase hasta las cinco de la madrugada del lunes las conversaciones, con un equipo de negociadores de ambas partes, y las reanudase ayer por la mañana, apenas cinco horas después, es «algo positivo», dijo Lockhart, quien no quiso, sin embargo, «utilizar la palabra esperanzador». Clinton «cree que el tiempo que ha permanecido aquí merece la pena» porque las conversaciones son «sustanciosas e intensas», pero no hay un plazo para el final de la cumbre, que se analizará «día a día», agregó el portavoz de la Casa Blanca.

Ayer se cumplieron dos semanas desde el inicio de esta cumbre de Camp David, que ya ha superado en tiempo a las negociaciones con las que Israel y Egipto firmaron la paz en 1978 en este mismo lugar tras 13 días de sesiones. Lockhart explicó que el presidente de EEUU todavía no tiene claro si existe «una posibilidad realista de alcanzar un acuerdo», lo que prolongaría las negociaciones, o si «no existe ese potencial, en cuyo caso decidiría ponerle un final». Slomo Ben Ami, de la delegación israelí, declaró ayer a una cadena de radio de su país que las conversaciones no se prolongarán más de dos días.

Anoche, los líderes de las tres delegaciones cenaron juntos, con Clinton sentado entre el primer ministro israelí, Ehud Barak, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yaser Arafat. La hija del presidente de EEUU, Chelsea, también estuvo presente. El presidente de EEUU volvió a reunirse ayer por la mañana con esos negociadores, aunque su portavoz rehusó, como de costumbre, hablar de la «sustancia» de lo debatido. Nadie se atreve a predecir si la cumbre de Camp David concluirá en un éxito o en un fracaso, mientras la Casa Blanca se muestra cauta, después de que el miércoles anunciase, de forma prematura, que las negociaciones habían acabado sin acuerdo. El futuro de la ciudadela antigua de Jerusalén este, donde se encuentran 28 barrios árabes, centra las disputas entre las delegaciones encabezadas por Barak y Arafat.