La contundente victoria electoral del presidente Hugo Chávez lo
coloca frente al reto de demostrar su capacidad para sacar a
Venezuela de la profunda crisis económica y social en la que está
sumida, luego de haber conducido con éxito una compleja fase de
transformaciones políticas revolucionarias.
Chávez asumió el poder en febrero de 1999, y desde entonces, las
críticas a su gestión han estado centradas en lograr la
transformación radical del panorama político en detrimento de los
problemas económicos que padecen los venezolanos, principalmente,
el desempleo. La mayoría de los observadores consideran que ha
llegado «la hora de la verdad» para el extrovertido y locuaz
presidente porque se han agotado, con su triunfo del domingo, los
argumentos que utilizó para justificar su dedicación, casi
exclusiva, a la actividad política.
Chávez sostuvo que no tenía sentido acometer una revolución
económica y social sin antes disponer del piso político y legal que
la sustentase, algo que logró en diciembre con la aprobación de una
nueva Constitución, y ahora con un triunfo electoral que le
reafirma en la Presidencia y le da la mayoría en la Asamblea
Nacional. Consolidada su posición y apaciguado el ambiente político
luego de 20 meses de confrontación y siete procesos electorales,
Chávez deberá probar que su revolución económica y social es viable
y puede imponerla al empresariado venezolano, receloso de sus aires
populistas y de sus simpatías hacia el modelo cubano,
principalmente en las áreas de educación y de salud.
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