El primer ministro ruso, Mijaíl Kasiánov, afirmó ayer que la
situación a bordo del submarino nuclear «Kursk» está «próxima a la
catástrofe», aunque no desestimó la posibilidad de salvar a sus 118
tripulantes. «No ha habido cambios importantes, ni positivos ni
negativos, en la última noche», explicó ayer el primer ministro
ruso. Procedente del puerto noruego de Trondheim, está previsto que
el sábado por la noche llegará a la zona del naufragio el navío
«Normand Pioneer», que transporta a especialistas británicos y un
minisumergible de casi diez metros de eslora adaptado para este
tipo de salvamentos.
El presidente Vladímir Putin fue criticado ayer con inusitada
crudeza por su extraño comportamiento en la tragedia del «Kursk»,
con casi cinco días de mutismo y su marcha a la playa cuando el
submarino ruso yacía ya en el fondo del mar. La prensa en bloque
mostró indignación en un vendaval de editoriales, fotos y titulares
brutales que llamaron a Putin «gran mudo» y vaticinaron que «con el
submarino se hunde el poder». Los diarios, que en días anteriores
ya habían condenado con cierta prudencia la actitud del presidente,
afilaron sus plumas y descargaron sin piedad sobre Putin sus frases
más hirientes. «El gran miserable, como el gran mudo, sólo puede
crear ilusiones», señaló «Nóvaya Gazeta» sin mencionar a Putin por
su nombre, pero con un fotomontaje estremecedor bajo el título.
En el fotomontaje aparecía Putin secándose las lágrimas con un
pañuelo la semana pasada por los doce muertos en un atentado en el
centro de Moscú y, junto a la imagen, otra de un submarino. Con
ello la prensa se unió a las encuestas de opinión pública, que
revelaron que una abrumadora mayoría de la población, el 74 por
ciento, cree que la reputación de Putin ha quedado muy dañada.
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