Los franceses agudizan el ingenio para sortear la penuria originada
por el bloqueo de centros de carburante, que pone en aprietos la
actividad económica. El enquistamiento de la protesta mantiene en
vilo también al primer ministro, el socialista Lionel Jospin, quien
citó ayer a cuatro miembros de su Gabinete para analizar la crisis
y sus posibles salidas.
Nada transcendió del encuentro al que asistieron los ministros
de Interior, Daniel Vaillant (quien acababa de volver de Madrid),
Transportes, Jean-Claude Gayssot, Agricultura, Jean Glavany, y la
secretaria de Estado de Presupuesto, Florence Parly.
La situación parece haber entrado en un callejón sin salida tras
la negativa de la mayoría de las bases a acatar la orden de vuelta
a la normalidad lanzada por la mayoritaria Federación Nacional de
Transportes por Carretera (FNTR) tras pactar anoche con el Gobierno
una serie de «cosas muy importantes». Un llamamiento que ha caído
en saco roto entre los patrones de las delegaciones regionales de
la FNTR, quienes al grito de «no nos moverán» decidieron hacer
causa común con sus colegas de la minoritaria Unión Nacional de
Organizaciones Sindicales de Transportistas (Unostra).
Los dirigentes de ésta última, quienes también se reunieron con
el ministro de Transportes, optaron por la fuga hacia adelante y
anunciaron oficialmente que continúan la protesta. Además de
preocupante, los analistas consideran que esta situación es
embarazosa para todas las partes implicadas porque, por un lado, el
Gobierno, que no supo reaccionar a tiempo, no consigue tomar las
riendas y, por otro, los patrones de los transportistas ven como
sus subordinados les dan la espalda.
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