El oficial superior Ollanta Humala, que lidera la rebelión militar
que se inició el domingo contra la autoridad del presidente
peruano, Alberto Fujimori, puso ayer en libertad a los cuatro
trabajadores civiles que su grupo tomó como chóferes en su huida
tras permanecer nueve horas en el asentamiento minero de Toquepala,
en el departamento de Tacna. Mientras, el Ejército admite que no
puede indicar el lugar exacto en el que se hallan los cincuenta
militares soblevados.
Aunque aún se desconoce exactamente la ruta que siguen, se
supone que se dirigen a las sierras altas de Tacna, junto a Puno.
En los principales cuarteles del país reina una aparente calma,
tropas de la tercera región militar de Arequipa, en el sur del
país, partieron ayer en vehículos y helicópteros rumbo a Puno para
sofocar la rebelión. Casi un centenar de soldados tomaron el
poblado de Meso Cruz, en el sureste de dicha región, a la espera
del teniente coronel Ollanta Humala y de sus cincuenta hombres.
Los pobladores de la zona aseguran que durante toda la noche han
escuchado disparos de fusiles y pistolas, que al parecer sólo
estaban destinados a asustar a la gente para que no saliesen de sus
casas. No obstante, el jefe del fuerte Arica, el general Carlos
Bardales Angulo, continúa aún como rehén en manos de los efectivos
militares sublevados.
Mientras, la presidenta del Congreso, Marta Hildrebandt, lamentó
la rebelión y afirmó que, aunque ésta es comprensible, no se puede
disculpar. Expresó que es un acto que se debe a una reacción
sincera de oficiales que han tenido una carrera limpia. No obstante
añadió que «la sedición, la rebelión y el secuestro no tienen
disculpa» y que «el Estado no permitirá que esto prospere».
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