Palestinos e israelíes vivieron ayer una jornada de esperanza e
incertidumbre en la que cualquier incidente puede desequilibrar la
relativa calma de la mañana e impedir la aplicación del acuerdo
entre el líder palestino, Yaser Arafat, y el ex primer ministro de
Israel Simón Peres. «Las cosas están mejor que hace unos días, la
violencia ha disminuido, esperemos que sea así también con el
número de víctimas», dijo ayer Nabil Shaat, ministro de
Planificación en la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Esta jornada de «relativa calma» dejó un balance de dos muertos
y decenas de heridos entre los palestinos, mientras que los
israelíes informaron de que seis militares necesitaron atención
médica. Israel y la ANP alcanzaron el jueves un acuerdo de alto el
fuego después de más de un mes de violentos enfrentamientos, pero
que no ha sido respetado al pie de la letra por ninguna de las
partes en su primer día de vida.
Shaat fue, junto con el portavoz oficial de la ANP, Ahmed Abdel
Rahman, el único funcionario palestino que hoy hizo declaraciones a
la prensa, en una jornada en la que israelíes y palestinos
intentaron revertir la espiral de violencia, que ya se ha cobrado
la vida de más de 170 personas, la inmensa mayoría palestinos.
El gabinete israelí de seguridad otorgó el jueves un plazo hasta
hoy a la Autoridad Palestina para aplicar la tregua concertada
entre el presidente palestino, Yaser Arafat, y el ministro israelí
de Cooperación Regional, Simón Peres, según indicó la radio
israelí.
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