A pesar de que tenía que ser muy diplomático en esta histórica
visita, Bill Clinton habló muy claro sobre la cuestión de los
derechos humanos en Vietnam, pero el Gobierno de este país no se
dio por aludido e, incluso, censuró parte del discurso del
presidente de EE UU. Clinton aprovechó su primer discurso para
pedir la apertura al partido comunista de Hanoi y no se disculpó
por la participación en la sangrienta guerra aunque homenajeó a los
vietnamitas que murieron.
El presidente usó dos tipos de lenguaje: planteó el asunto de
forma diplomática en sus entrevistas con las autoridades, pero fue
mucho más atrevido y preciso en su discurso en la Universidad de
Hanoi, en el que defendió la democracia y las libertades de prensa,
religión y disensión política.
La Casa Blanca aseguró que, en sus reuniones, Clinton no trató
de ser demasiado complaciente con el régimen vietnamita, todavía de
partido único, sino que «no se puede ir a otro país para ser
ofensivo», explicó Sandy Berger, consejero de Seguridad Nacional,
pues «se trata de cuestiones que son muy delicadas aquí».
Así, Clinton planteó en sus reuniones por separado con el
presidente vietnamita, Tran Duc Luong, y el primer ministro, Phan
Van Khai, su convencimiento de que un mayor nivel de libertad y
derechos humanos sería importante para el desarrollo de Vietnam.
«Creo honradamente que los vietnamitas son un gran pueblo y que una
mayor apertura y más libertad acelerarán su desarrollo», dijo
Clinton al primer ministro.
Clinton usó un lenguaje mucho más claro y contundente en su
discurso en la Universidad, ante una audiencia de estudiantes,
funcionarios y periodistas. «Según nuestra experiencia, el derecho
a la libertad religiosa y la disensión política no amenaza a la
estabilidad de una sociedad. Al contrario, aumenta la confianza del
pueblo en la justicia de nuestras instituciones», afirmó.
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