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DIANA MENDOZA - LIMA La confirmación de la nacionalidad japonesa del destituido ex jefe de Estado Alberto Fujimori ha provocado la indignación de los peruanos, que lamentan haber sido gobernados durante una década con engaños por un súbdito del Imperio del Sol Naciente. «Fueron diez años de engaño», manifestaron ayer representantes políticos, de organizaciones sociales y juristas al conocer el dictamen del gobierno nipón que confirmó que Fujimori tiene la ciudadanía y nacionalidad japonesa. El ex presidente de 62 años dijo ayer desde Tokio que no piensa abandonar su ciudadanía peruana, aún cuando el gobierno japonés confirmó que tiene nacionalidad japonesa.

La magistrada del Tribunal Constitucional Delia Revoredo pidió una sanción moral y política contra Fujimori por haber engañado a los peruanos y dijo que probablemente el ex presidente quiso mantener en secreto su nacionalidad «por si acaso la necesitaba algún día». Al ser consultado ayer por la prensa japonesa, Fujimori sostuvo que si él ejerce su derecho como ciudadano nipón, será debido a la «represión política» en Perú. El Gobierno japonés anunció en las primeras horas de ayer que Fujimori, hijos de inmigrantes japoneses, tiene ciudadanía japonesa y puede permanecer en Japón indefinidamente, sin poder ser extraditado.

El director de la empresa de opinión Analistas y Consultores, Manuel Saavedra, dijo que según los estudios realizados por la compañía existe «una carga de resentimiento y odio muy grande» en la población contra el régimen de Fujimori «muy pocas veces visto». «La actual situación incluso supera a la época de Alan García», quien gobernó Perú de 1985 a 1990 y afronta procesos judiciales por corrupción y enriquecimiento ilegal supuestamente cometidos durante su administración.