El Reino Unido está al borde de una epidemia de fiebre aftosa que,
aparte las gravísimas consecuencias para el sector ganadero, podría
obligar al primer ministro, Tony Blair, a aplazar la convocatoria
de las elecciones generales. Las autoridades británicas estudian
aplicar medidas draconianas para impedir que la enfermedad se
propague aún más por todo el país, mientras que ya se han
sacrificado casi siete mil animales, entre ellos 1.800 vacas, 1.600
cerdos y 3.500 ovejas.
La gravedad de la situación puede incluso obligar a Blair a
descartar, de momento, la convocatoria de elecciones generales,
cuya celebración se apuntaba para el próximo mes de mayo. El
director ejecutivo de la Alianza Campestre, Richard Burge, aseguró
ayer que sería injusto para los votantes en las zonas rurales hacer
campaña en medio de una crisis así.
«Cuando uno tiene en el campo una crisis nacional de este tipo,
participar en el proceso democrático se hace muy difícil», añadió.
La Alianza Campestre, que lucha para impedir la supresión de la
caza del zorro, ha decidido cancelar una manifestación que había
convocado para el próximo 18 de marzo en la capital británica.
Los ganaderos tienen que afrontar una grave crisis en el campo y
«es allí donde necesitan estar, no paseando por las calles de
Londres», dijo Burge. También el líder del Sindicato Nacional de
Ganaderos, Ben Gill, fue contundente: «una campaña no sería
posible» en estos momentos de crisis.
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