«Escuchamos una gran explosión, todo el edificio osciló y por la
ventana vimos trozos grandes de algún material que caía», afirmó
ayer con voz quebrada por la emoción Carmen Medina, una española
que se encontraba en el piso 55 de una de las torres. «Nos costaba
mucho trabajo caminar. Todo se movía, pero pudimos comenzar a
descender por las escaleras. Íbamos llorando, sin saber muy bien
qué había ocurrido», dijo Carmen, gerente de programa de una
escuela de idiomas de la Universidad PACE, que tenía una oficina en
las torres.
«Los teléfonos celulares no funcionaban, nadie sabía nada, y
teníamos que detenernos para dejar pasar a las personas que
trataban de salir de la torre descendiendo por las escaleras, de
los pisos inferiores al nuestro. También teníamos que pararnos para
dejar que subieran los bomberos, policías y enfermeros», afirmó
Medina.
En total tardaron unos 30 minutos en llegar a la calle, donde
fueron llevados a unas galerías, antes de ser evacuados, en el
momento en que se derrumbaron las torres. «En un momento todo quedó
cubierto de polvo, y luego caía una ceniza que no dejaba ver nada».
Carmen cree que muchas personas han quedado sepultadas entre los
escombros, pues duda de que quienes estuvieran trabajando en los
pisos superiores al impacto del avión hayan podido bajar.
«Mi marido, que estaba en la calle esperando que yo bajara, pudo
ver cómo algunas personas saltaban desde el piso 80, presas de
pánico, por las llamas que les alcanzaban», añadió.
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