Tras los atentados en EE UU, el primer ministro israelí, Ariel
Sharon, lanzó ataques masivos contra los palestinos y se opone a
que ese país incluya a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en la
coalición antiterrorista internacional, pero su presidente, Yaser
Arafat, trata de demostrar que aspira a la paz. Entre la madrugada
y la mañana de ayer, el Ejército israelí bombardeó y destruyó al
menos seis posiciones de organismos de seguridad desde el norte
hasta el sur de la franja de Gaza, donde murieron dos jóvenes
palestinos. Los ataques israelíes, en los que resultaron heridos
otros dieciocho palestinos, se lanzaron contra la ciudad de Gaza,
las aldeas de Beit Janún y Beit Lahía, los campo de refugiados de
Jan Yunis y de Nuseirat, y la localidad de Rafah.
Pese a ello, Sharon "líder del partido de derechas Likud" le
dijo al presidente de EEUU, George W. Bush, en una conversación
telefónica que mantuvieron ambos la noche del viernes, que se opone
tajantemente a que la ANP y Siria integren la coalición
internacional contra el terrorismo. A su vez, el presidente de la
ANP, Yaser Arafat, «quiere demostrar al mundo entero que no es un
terrorista, sino que aspira a la paz», dijo un periodista palestino
que prefirió permanecer en el anonimato. Arafat donó sangre a los
heridos de los atentados del pasado martes contra las Torres
Gemelas de Nueva York y contra el Pentágono en Washington, y en los
dos últimos días insiste en celebrar una reunión con el ministro
israelí de Asuntos Exteriores, el laborista Simón Peres.
Peres intenta desde hace varias semanas concertar una entrevista
con Arafat para poner fin a la violencia, lo que se vio
obstaculizado por diferentes motivos. El último fue Sharon, quien
decidió el viernes que «el hecho de celebrarla sería darle un
premio a un terrorista como Arafat». Sharon le dijo a Bush por
teléfono que «Arafat es como Ossama Bin Laden», el terrorista más
buscado del mundo.
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