Varios miembros de la coalición antiterrorista convocada por
Washington tras el atentado, entre los que destacan Francia y
China, han expresado algunas reservas y su voluntad de preservar
cierta autonomía de decisión ante la respuesta que debe darse a los
atentados atribuidos al millonario islamista Ossama Bin Laden.
Alemania aún no se ha pronunciado y decidirá la semana que viene
sobre la participación de su ejército en acciones militares. Lionel
Jospin reiteró «la solidaridad humana, política y funcional» de
París con los norteamericanos, pero subrayó que ello «no nos priva
de nuestra libre apreciación y de nuestra soberanía». Jospin,
recordando a los 5 millones de musulmanes que viven en Francia y a
la comunidad islámica mundial, dijo que «no estamos en guerra
contra el Islam o el mundo árabe-musulmán».
Precisamente desde el mundo árabe también se han escuchado
matices a la propuesta de la gran coalición defendida por Bush. Las
reticencias más claras han partido del presidente egipcio, Hosni
Mubarak, quien afirmó que su país se opone a toda coalición
antiterrorista que se constituya fuera del marco de la ONU, según
publicó ayer la prensa local. «No hay que formar una coalición que
agrupe a un cierto número de países, ya que eso no permitiría una
acción internacional colectiva y decisiva contra el terrorismo»,
declaró Mubarak. «En cambio, hay que celebrar una conferencia
internacional contra el terrorismo respaldada por la ONU para
adoptar resoluciones coercitivas para todos los países del mundo»,
agregó.
La mayor parte de los países árabes está dispuesta a colaborar
en la lucha internacional antiterrorista, aunque no oculta su
inquietud por una respuesta de EEUU que no tenga en cuenta las
diferencias de perspectiva entre Occidente y el mundo islámico
sobre terrorismo y la resistencia a la ocupación israelí. En
general, los árabes destacan la necesidad de separar el terrorismo
de la lucha de los pueblos para liberar sus territorios ocupados.
Los grupos islámicos como «Hizbulá», en el Líbano, o el Movimiento
de Resistencia Islámica (HAMAS), en tierra palestina, son alabados
entre todos los árabes como ejemplos de resistencia.
A pesar de estas reticencias y matices, el presidente Bush
preparaba ayer con su gabinete de seguridad una estrategia global
contra el terrorismo diferente a los tradicionales métodos basados
en el uso de la fuerza militar, pero sin desestimar esa opción. El
objetivo es poner fin a las actividades terroristas y, para ello,
EEUU quiere contar con una cooperación internacional que se plasme
en una fuerte coalición con unos participantes comprometidos a
luchar por todos los medios contra el terrorismo.
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