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La periodista británica Yvonney Ridley afirmó ayer estar «encantada» de haber podido recuperar la libertad tras su detención por el régimen talibán en Afganistán. Ridley, de 43 años y que trabaja para el periódico londinense «Sunday Express», reapareció ayer por primera vez en la ciudad fronteriza paquistaní de Peshawar tras su detención, el 28 de septiembre, en Afganistán. «Obviamente estoy encantada de estar libre después de 10 días de detención. Quiero agradecer a todos los que han trabajado para mi liberación, incluido el Ministerio británico de Asuntos Exteriores, el Gobierno de Pakistán y la empresa para la que trabajo, Express Newspapers», dijo la periodista en una declaración distribuida por el «Sunday Express» en Londres. La corresponsal manifestó que estoy «desesperada por volver a casa y ver a mi hija Daisy».

El director del mencionado periódico, Martin Townsend, declaró: «Estamos contentos de saber que Yvonne está a salvo en Pakistán, aunque no queremos celebrarlo hasta que regrese a tierra británica». «Nuestros pensamientos están todavía con los ocho miembros de organizaciones humanitarias cautivos en Afganistán», dijo Townsend, al añadir que «rezamos para que podamos verles libres pronto». La noticia sobre la liberación de la periodista fue anunciada por la policía paquistaní y posteriormente confirmada por el Gobierno británico. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores informó de la liberación de Ridley y explicó que funcionarios consulares se dirigen a Peshawar para asistirla en lo que necesite. A su llegada a Peshawar, la periodista fue acogida por las autoridades paquistaníes en dicha localidad, según el portavoz británico.

El régimen talibán anunció el domingo la liberación de Ridley en Kabul, pero los bombardeos estadounidenses y británicos sobre Afganistán retrasaron, al parecer, su llegada a la frontera. Las primeras noticias sobre la corresponsal llegaron tras un llamamiento de la familia para pedir su liberación. En una declaración pública, la madre de la periodista, Joyce Ridley, acusó a los gobiernos de Washington y Londres de obstaculizar la liberación de su hija al no haber esperado que ésta llegase a la frontera con Pakistán para lanzar el ataque sobre Afganistán. «Venía a casa, era una mujer libre. El Gobierno británico dijo que venía a casa. ¿Por qué no retrasaron los bombardeos unas pocas horas? No puedo aceptarlo», dijo.