Un mes después de la tragedia del 11 de septiembre, Estados Unidos
continúa inmerso en una mezcla de rabia y miedo que, de entrada,
les impide vivir con tranquilidad. Con las Torres Gemelas se
derrumbó en este país el concepto de «seguridad» y sus ciudadanos,
apiñados como nunca en torno a su presidente, se han aferrado al
patriotismo para hacer posible el lema que desde entonces reza por
doquier: «Unidos prevaleceremos». Durante este mes, los
estadounidenses se han colocado banderitas en la solapa, las han
sacado a la parte más visible de sus jardines y las han colocado
también en sus automóviles para demostrar, al mismo tiempo, orgullo
patrio y duelo por los «héroes» caídos en la tragedia. Estos
atentados, y las constantes amenazas contra la seguridad del país
que Osama bin Laden y su grupo Al Qaida han vertido después, han
inflamado el espíritu de este país que, si bien siente miedo como
nunca antes, está también dispuesto a hacerle frente.
Por eso apoya casi unánimemente la guerra que comenzó el pasado
domingo, después de que el Departamento de Estado hubiera tejido la
más amplia y complicada red de apoyos a la lucha contra el
terrorismo que se podía imaginar. Igualmente, durante este mes, el
Departamento de Defensa ha enviado a la región de Afganistán
efectivos suficientes para asegurar una larga y continuada ofensiva
militar, tanto aérea como terrestre. El presidente George W. Bush,
que con toda seguridad se enfrenta ahora a la crisis más crucial de
su presidencia, goza de un respaldo sin precedentes "92 por ciento"
y está volcado en proveer a los ciudadanos no sólo la seguridad que
demandan sino también esperanza. La CIA y el FBI, al igual que las
demás agencias de espionaje, trabajan 24 horas para detectar tramas
terroristas y conseguir información para evitar nuevos
atentados.
El Congreso hace gala de una unidad de acción que ha permitido
desde confirmar por la vía expeditiva al embajador en Naciones
Unidas hasta aprobar leyes de emergencia para incrementar la
seguridad en diferentes áreas de la vida ciudadana. En estos
momentos, lo que anhelan es recuperar el perdido sentimiento de
tranquilidad con el que antes del 11 de septiembre disfrutaban de
las cosas cotidianas. Ahora, muchos temen dejar a sus hijos solos,
desconfían del agua que sale por los grifos de sus casas; evitan
viajar en avión y están temerosos de acudir a grandes lugares
públicos, lo que está minando una de las diversiones favoritas de
este país: comprar en las grandes superficies.
Precisamente ayer, aviones de Estados Unidos atacaron Kabul y
lanzaron al menos 13 bombas en lo que constituye el mayor ataque
desde que comenzó la ofensiva. Las fuertes explosiones se
produjeron durante la cuarta noche de bombardeos consecutivos. Los
aviones empezaron a sobrevolar la ciudad a partir de las 17.45 hora
española, lanzando al menos 13 bombas en el norte de la ciudad,
cerca del aeropuerto. Asimismo, la región de Kandahar, feudo de los
talibán en el sur de Afganistán, fue blanco de intensos bombardeos,
según señalaron habitantes de la zona. Durante este tiempo, el
parqué madrileño ha aguantado la crisis internacional y acumula
desde entonces un recorte del 1'9%, pese al desplome experimentado
al principio. Mientras, el precio del petróleo se ha reducido en un
total del 18%, a pesar del repunte inicial, y la cotización del
euro frente al dólar ha subido un 1'6%.
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