La Alianza del Norte, encerrada durante meses en bolsas dispersas
con el cinco por ciento de territorio en su poder, arrolló en 72
horas a la milicia talibán y se hizo ayer con el control de la
tercera parte de Afganistán. El ministro de Exteriores de la
Alianza, Abdalá Abdalá, calificó los fulminantes éxitos militares
de «efecto dominó» tras la caída de la estratégica ciudad de
Mazar-i-Sharif.
Portavoces de la Alianza o Frente Unido dijeron anoche que sus
tropas habían entrado y controlado Bamián, capital de la provincia
del mismo nombre. Fue otra reivindicación de una victoria opositora
después de tres jornadas en las que se sucedieron sin descanso
informes de la caída en serie de ciudades, distritos y provincias
afganas.
Respecto a la ofensiva, el presidente ruso, Vladímir Putin, dijo
que «la Alianza ha lanzado la operación que tenía planificada y
ahora de hecho tiene bajo su control toda la parte norte» del país.
Pero tras los éxitos militares surgieron síntomas de que los
intereses de la oposición podían chocar con los de la coalición
antiterrorista internacional liderada por EE UU.
En una rueda de prensa para informar de la espectacular ofensiva
de sus tropas, Abdalá se retractó de sus palabras del día anterior
y dijo que no podía «descartar» una marcha sobre la capital, Kabul.
La declaración siguió a otra del presidente de Estados Unidos,
George W. Bush, en la que animó a la Alianza a «dirigirse hacia el
sur, pero no dentro del mismo Kabul», hasta que no se llegue a un
acuerdo definitivo sobre el futuro Gobierno afgano.
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