El histórico dirigente palestino Yaser Arafat agradeció ayer al
presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y a otros líderes
mundiales el apoyo que han dado a la existencia de Palestina, pero
se mostró muy moderado y advirtió de que la situación no es nada
fácil. Arafat volvió a subir al podio de la Asamblea General de
Naciones Unidas para reclamar un Estado independiente en el que su
pueblo pueda vivir libremente.
En esta ocasión contaba con el apoyo que el sábado recibió de
Bush, quien en ese mismo foro pronunció una de las declaraciones
más claras que Washington, principal aliado de Israel, ha hecho
hasta el momento en reconocimiento de un Estado palestino. Pero
Arafat, que exige ese derecho desde los años 60, cuando se erigió
en líder de la OLP, y que lleva diez años de negociaciones sin
llegar a verlo cumplido, no se mostró excesivamente optimista ante
el anuncio de EE UU. Luego acusó duramente a Israel y a su primer
ministro, Ariel Sharon, de violar todos los derechos humanos y
todos los acuerdos, y describió esas prácticas como «terrorismo de
Estado».
Por su parte, el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep
Piqué, animó anoche a EE UU a no exigir un cese total de la
violencia en Oriente Medio como requisito previo para la
reanudación del diálogo y anunció que este país ha asegurado a la
UE que no prevé extender a Irak sus actuales operaciones
militares.
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