La ciudad de Jalalabad, antaño refugio de numerosas bases de la red
terrorista Al Qaeda, se convirtió en sede de una importante
asamblea de pastunes antitalibanes que buscan una pronta salida
política al futuro del país. Cientos de antiguos muyahidines y
exiliados afganos en Pakistán forzaron la entrada por la frontera
de Torjam con decenas de autobuses para participar en esta
asamblea.
El presidente del «Gobierno legítimo» de Afganistán, Burhanudín
Rabaní, llegó a Kabul para formar un Gobierno de transición de
amplia representación tras declarar una «amnistía general excepto
para criminales de guerra».
Estados Unidos envió a Pakistán a su delegado para Afganistán,
James Dobbins, quien comenzó a analizar con las autoridades
paquistaníes la instalación del futuro gobierno afgano. Se
desconoce si el enviado de Washington viajará a Kabul para
entrevistarse con los líderes de la Alianza del Norte. Mientras,
fuentes del entorno del ex rey Zahir Shah, exiliado en Roma,
aseguraron que una delegación de líderes tribales pastunes se
dirigirá pronto a Kandahar para negociar la rendición pacífica de
los talibanes, aunque admitieron que de momento no han contactado
con el mulá Omar.
Horas antes, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una
resolución que diseña las grandes líneas del que ha de ser el nuevo
Gobierno afgano. Este Gobierno tendrá que cumplir «todas las
obligaciones internacionales de Afganistán» y «respetar los
derechos humanos de todo el pueblo, sin importar el sexo o la
etnia».
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