Después de que Alemania, Holanda y Suecia levantaran sus fuertes
reservas, los ministros de Exteriores de la Unión Europea
alcanzaron un consenso sobre la convención, en la que el Gobierno
italiano estará representado por Fini, viceprimer ministro de
Berlusconi. Berlusconi, quien asistió ayer a su primer Consejo de
Asuntos Exteriores de la UE, exigía contar con su propio
representante en ese foro, con independencia de la vicepresidencia
atribuida a Giuliano Amato, su predecesor en el cargo al frente de
un Gobierno de centro-izquierda.
«Son dos personas que tienen una fuerte fe europeísta, que
trabajarán bien dentro de la convención», dijo Berlusconi a los
periodistas, en alusión a Fini y Amato, tras lograr su objetivo.
Amato y el ex primer ministro belga Jean-Luc Dehaene fueron
designados por los quince jefes de gobierno en la pasada cumbre de
Laeken (Bélgica) como vicepresidentes de la convención así como
asesores directos del presidente Valery Giscard D'Estaing.
Para el puesto de representante del Gobierno italiano,
Berlusconi ya había designado a Gianfranco Fini, lo que provocó el
enojo de algunos países, por la situación «de facto» que creaba y
el pasado neofascista de su viceprimer ministro. Después de un
debate en el que el propio Berlusconi defendió su causa ante sus
«homólogos», los Quince decidieron aceptar la interpretación
italiana. La posición planteada por el Gobierno de Roma «ha sido
considerada razonable por el resto de países», explicó el
presidente de turno del Consejo de la UE y ministro español Josep
Piqué.
«Con independencia de la redacción de los acuerdos de Laeken»,
es preciso «tener en cuenta la opinión del gobierno italiano, y
sobre todo «la del propio vicepresidente Giuliano Amato», quien no
se ha considerado nunca representante de Silvio Berlusconi, señaló
el ministro español en rueda de prensa. «Amato no se considera a sí
mismo el representante del Gobierno italiano en la convención. De
acuerdo con ello, hemos decidido considerar la presidencia y las
dos vicepresidencias como un conjunto y, junto a ello, la presencia
de quince representantes de los diferentes gobiernos», según
Piqué.
Los países que se oponían al nombramiento de Fini argumentaban
que Italia debía respetar el «acuerdo verbal» alcanzado en Laeken y
considerarse representada por Amato. Pero Roma sostenía que las
conclusiones escritas de esa cumbre europea reconocen el derecho de
todos los Gobiernos de la UE a contar con un representante, al
margen de los vicepresidentes.
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