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El mundo islámico recibió con indignación el discurso pronunciado el martes por el presidente de EE UU, George W. Bush, que acusó a Irak, Irán y Corea del Norte de formar un «eje de maldad». Los aludidos reaccionaron furiosos y coincidieron en señalar que EE UU prepara el terreno para atacarlos. Para el presidente de Irán, el moderado Mohamed Jatamí, las palabras de Bush fueron «intervencionistas, belicosas, repeticiones de propaganda pasada, sedientas de sangre y, sobre todo, insultantes para la nación iraní».