El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Wim Duisenberg, ha
creado una situación de incertidumbre en la cúpula de la entidad,
al decidir dejar sin prisas el cargo, en julio de 2003, por razones
personales. El banquero holandés aprovechó el suelo patrio, en la
localidad de Maastricht, para anunciar que abandonará el puesto
cuando se hayan cumplido más de cinco de los ocho años de su
mandato, tras su nombramiento en mayo de 1998.
Coincidiendo con el décimo aniversario de la firma del Tratado
de la Unión Europea (UE), conocido como el Tratado de Maastricht,
Duisenberg dijo en rueda de prensa que había decidido poner fin a
las especulaciones surgidas en los últimos meses sobre su
permanencia al frente del banco emisor con el anuncio de su
dimisión.
Esta se producirá, como muy pronto, el 9 de julio de 2003, día
en que cumplirá 68 años, una edad que calificó de «muy respetable»
para retirarse, pero advirtió de que podría permanecer más tiempo
en funciones si se lo solicitan en beneficio del banco emisor y que
así se lo había comunicado en una carta al presidente de turno del
Consejo de la UE, el jefe del Gobierno español, José María Aznar.
En todo caso, «queda excluido implícita o explícitamente que me
vaya antes de esta fecha», apostilló.
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