Los palestinos asistieron en masa ayer al funeral por una de las víctimas del ataque israelí del día anterior.

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ELÍAS LEVY-JERUSALÉN Desconcertado por la ofensiva palestina de la última semana, en la que murieron 10 israelíes, el Gobierno de Ariel Sharon trata de encontrar una fórmula para contrarrestar los incesantes ataques sin provocar una mayor escalada de la violencia. El último episodio de esta ofensiva fue la incursión ayer en Israel de dos palestinos que, presumiblemente, tenían intención de atacar una base militar o alguna ciudad en el norte del país.

En el suceso, ocurrido en una zona limítrofe con Cisjordania, murieron los dos atacantes y resultaron heridos tres agentes de la policía israelí que frustraron el ataque. Los dos palestinos fueron interceptados por una patrulla de tráfico. Los policías de tráfico sospecharon del coche de los palestinos porque se trataba de un «Mazda» y la matrícula comenzaba por las cifras que llevan los «Daewoo». Los agentes les ordenaron que detuvieran el coche para revisarlo, pero, en su lugar, los ocupantes dispararon contra la patrulla, a la que previamente habían arrojado un artefacto explosivo que no llegó a estallar.

Uno de los palestinos, que también portaba un chaleco explosivo, fue abatido por los agentes cuando se bajó del coche para dispararlos, informaron testigos presenciales. Entretanto, el segundo palestino puso en marcha el vehículo y poco después detonó un artefacto explosivo de gran potencia que le causó la muerte e hirió a los tres agentes israelíes.

Este suceso seguía a la muerte, esta semana, de trece palestinos y diez israelíes en una serie de atentados y posteriores represalias con bombardeos aéreos e incursiones de blindados en Gaza y Cisjordania, que han puesto la situación al rojo vivo.

La jornada de ayer también estuvo marcada por un ataque palestino con misiles a una base del Ejército israelí, que provocó acciones de represalia aérea israelí en la ciudad de Nablús, en Cisjordania. La aviación atacó ayer con bombarderos F16 y helicópteros cuatro edificios de Nablús, entre ellos la sede del gobernador y el cuartel general de la policía, según indicaron testigos.