Cinco meses después de lanzar su «cruzada contra el mal» en
Afganistán, Estados Unidos encontró este fin de semana la
resistencia de un enemigo resuelto, que mató a nueve soldados desde
el viernes, hirió a varias decenas y destruyó un helicóptero. En la
jornada de ayer fueron siete los soldados estadounidenses que
murieron en dos ataques a helicópteros de combate. Seis murieron al
ser derribado su helicóptero y un ocupante de otro helicóptero
también falleció, según responsables del Pentágono, en las
operaciones lanzadas contra cientos de talibán y miembros de la red
Al Qaida atrincherados en el este de Afganistán.
Tras conocer la noticia, el presidente de EE UU, George W. Bush,
lamentó la muerte de soldados norteamericanos y advirtió a sus
conciudadanos que la ampliación de la «guerra contra el terrorismo»
traerá más bajas, según informó ayer la Casa Blanca. El jefe del
Pentágono, Donald Rumsfeld, advirtió que «la tarea está muy lejos
de completarse, ya que hay bolsas sustanciales de resistencia de un
enemigo que acecha y espera su oportunidad». Añadió que en la zona
de los combates, en montañas a más de 3.000 metros sobre el nivel
del mar, al sudoeste de la ciudad de Gardez en el este de
Afganistán, «hay un número relativamente grande de (combatientes
de) Al Qaeda, bien organizados y fuertemente armados».
En la operación, que ha movilizado más de 1.000 soldados
estadounidenses y otros contingentes de afganos coaligados y tropas
de Canadá, Australia, Alemania, Francia, Dinamarca y Noruega, «las
fuerzas enemigas han sufrido un número mucho más alto de bajas»,
afirmó Rumsfeld. El secretario de Defensa admitió que las tropas de
EE UU y sus aliados afganos han sufrido «decenas de heridos», y
recalcó que tanto los muertos como los heridos han sido todos
evacuados, aunque no precisó el nivel de la participación de las
tropas de los demás países.
Las operaciones se realizan con el continuo apoyo de la aviación
de EE UU, que bombardea repetidamente los refugios y
concentraciones del rival. Por su parte, el jefe del Estado Mayor
Conjunto, general Richard Myers, dijo que la ofensiva sobre las
«bolsas de resistencia avanza en un ambiente extremadamente
difícil, muy frío, que no sólo hace difícil la acción de las tropas
sino también la operación de los helicópteros».
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