Solana, Piqué y Moratinos, durante la reunión que mantuvieron con Simon Peres.

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En un claro giro de su política sobre Oriente Medio, el presidente de EE UU pidió ayer la retirada israelí de las zonas que ha ocupado en los últimos días y anunció el envío de su secretario de Estado para reactivar el diálogo político. Bush salió al al paso de las críticas de los últimos días, tanto internas como externas, por su falta de iniciativas, y realizó una declaración oficial sobre la crisis de Oriente Medio, en la que anunció una política más activa en favor de la paz y lanzó varias críticas muy medidas hacia Israel. En su declaración Bush pidió que israelíes y palestinos frenen la violencia porque, en última instancia, no les queda más remedio que aprender a convivir como vecinos.

Bush aseguró que Oriente Medio vive «un momento de esperanza» con el plan de paz saudí, respaldado por la Liga Arabe, que ha logrado que un número sin precedentes de países árabes estén dispuestos a reconocer a Israel. «Los perfiles de un acuerdo justo son claros: dos Estados, Israel y Palestina, que vivan juntos en paz y seguridad. Este es un momento para la esperanza, pero hace falta liderazgo, no terrorismo», afirmó. El viaje de Powell a la zona se realizará la próxima semana, con motivo de su paso por Madrid, previsto para el miércoles para la reunión ministerial semestral entre EEUU y la UE, y todavía no se ha anunciado qué escalas realizará o en qué fechas.

Bush aportó varios cambios a su política, a la que se achacaba pasividad, y además de anunciar una postura más activa de su gobierno, trató de parecer equidistante en un intento de evitar las acusaciones de parcialidad a favor de Israel, y repartió críticas por igual. Así, pidió por primera vez el final de las operaciones israelíes en los territorios ocupados, lanzadas la semana pasada en respuesta a la cadena de atentados terroristas suicidas. Bush dijo claramente que Israel debe frenar la actividad de construcción de asentamientos en los territorios ocupados, y que un acuerdo de paz debe comportar la retirada israelí de los territorios ocupados. A pesar de estas críticas a Israel, reiteró en varias ocasiones que ese país tiene derecho a una existencia segura.

Además, Bush dejó claro que la actual crisis tiene su origen en la cadena de atentados. Se refirió con duras palabras al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat, del que dijo que «la difícil situación en la que se encuentra hoy es principalmente culpa suya». Recordó que Arafat renunció al terrorismo y se comprometió a ponerlo bajo control. Poco después de la intervención de Bush, Sharon anunció que permitirá al enviado de EE UU Anthony Zinni que visite hoy a Arafat, aunque Sharón aclaró que la ofensiva militar israelí en Cisjordania continuará. Tanto la ONU como los principales líderes europeos acogieron con satisfacción las palabras de Bush.

La ANP criticó las acusaciones de Bush contra Yaser Arafat aunque vio algo «nuevo» en el contenido de su mensaje. «Primero debo rechazar las declaraciones de Bush en las que responsabiliza a Arafat del grave deterioro de la situación, porque dan la excusa a Israel para continuar esta guerra contra el pueblo palestino, lo que es inaceptable para nosotros», dijo el presidente del Parlamento palestino, Ahmed Qorea. Por su parte, el movimiento al Fatah, el más importante de la OLP y liderado por Arafat, hizo un llamamiento a todos los palestinos para que formen una resistencia popular clandestina en cada ciudad, en cada aldea y en cada campo de refugiados en Gaza y Cisjordania.

Josep Piqué y Javier Solana fracasan y regresan sin conseguir entrevistarse con Arafat y Sharon
El ministro de Asuntos Exteriores español y presidente del Consejo de Ministros de la UE, Josep Piqué, y el Alto Representante de la UE para la Política Exterior y Seguridad Común (PESC), Javier Solana, regresaron ayer a Madrid tras fracasar en su intento de entrevistarse con el presidente palestino, Yasir Arafat, y subsiguientemente con el primer ministro israelí, Ariel Sharon. Sin embargo, su visita contribuyó a que Sharon autorizara al enviado especial estadounidense, Anthony Zinni, a encontrarse próximamente con Arafat en Ramala.