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La suicida palestina activó ayer una carga de explosivos junto a una parada de autobús en uno de los accesos del mercado de Mahané Yehuda, a primeras horas de la tarde y poco antes de comenzar la jornada de descanso sabático judío, cuando el público efectúa las últimas compras. Powell, que en el momento de la explosión se hallaba en camino hacia el helipuerto de Jerusalén para volar hacia la frontera con Líbano y que siguió las tareas de salvamento por televisión a bordo de un helicóptero de la Fuerza Aérea, condenó a su llegada a la ciudad de Safed (norte de Israel) el atentado.

Por su parte, el jefe de la seguridad preventiva de la franja de Gaza, Mohamed Dahlan, culpó a Israel y a su primer ministro, Ariel Sharon, del «deterioro de la situación porque están creando miles y miles de suicidas en el interior de los territorios palestinos tras las masacres del Ejército en Jenín y Naplusa». «Aunque las dos partes estén matando civiles de las dos partes, dijo, el Gobierno de Israel es el único responsable de que esto ocurra».

Según fuentes palestinas, la suicida militaba en las «Brigadas de los mártires de Al Aqsa», afiliada al movimiento Al Fatah de Yaser Arafat, y procedería de Jenín, el campo de refugiados que se ha convertido en el «símbolo de la resistencia palestina» a la invasión israelí, donde han muerto al menos 200 personas y 3.000 de sus 15.000 habitantes han perdido sus casas bajo las excavadoras israelíes. «Condeno a los terroristas por su acto», dijo Powell a los periodistas, y agregó que «este atentado reafirma la necesidad de que la comunidad internacional contribuya a encontrar una solución al conflicto» entre israelíes y palestinos.

El secretario de Estado, que llegó anoche a Israel en su misión de paz, se entrevistó por la mañana con Ariel Sharon y hoy tiene previsto hacerlo con el presidente palestino en Ramala, donde está recluido totalmente desde el comienzo de la ofensiva israelí hace dos semanas. Powell no obtuvo de Sharon una promesa de retirada de las zonas autónomas invadidas ni plazos para ello, y espera conseguir de Arafat una condena expresa del terrorismo y el compromiso de luchar contra este fenómeno.

El atentado de ayer «es el mensaje de bienvenida de los palestinos a Powell», se apresuró a señalar un portavoz del ministerio israelí de Exteriores. Pero Dahlán rechazó la acusación y aseguró que las autoridades israelíes «deben encontrar otro culpable que la Autoridad Nacional Palestina, cuyas instituciones han sido destruidas por las fuerzas de ocupación israelíes que tienen también cercado al presidente Arafat».

Anoche, Estados Unidos exigió nuevamente que Arafat condene el terrorismo y sugirió que su reunión con Colin Powell podría estar en el aire. «Al presidente le preocupa mucho lo que ha ocurrido esta mañana», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, sobre un atentado en Jerusalén que causó por lo menos seis muertos y más de 50 heridos. Bush «espera que Arafat denuncie el ataque, y que dé la cara y muestre su carácter de líder», añadió el portavoz. Powell «tiene toda la flexibilidad que necesita» y decidirá si ha de reunirse o no con Arafat según vea la situación directamente en el terreno, explicó Fleischer.

Israel admite cientos de muertos en Jenín y Kofi Annan exige una intervención
Varios centenares de palestinos murieron aparentemente abatidos por el Ejército israelí durante los combates que se registraron en el campamento de refugiados de Jenín, en el norte de Cisjordania, según declaró a la radio militar el portavoz del Ejército, el general Ron Kitrey. «Es bastante verosímil que varios cientos de palestinos murieran en los combates, pero no hay que creer en las alegaciones palestinas que hablan de una masacre», afirmó. Es la primera vez que Israel admite muertes en Jenín y hasta ayer se hablaba de algo más de un centenar de fallecidos. Por su parte, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, exigió ayer la retirada israelí de los campos de refugiados en los territorios ocupados y reclamó el envío inmediato de una fuerza de internacional.