En el interior del recinto religioso de la ciudad bíblica de Belén
murió ayer un miliciano palestino y otros tres fueron heridos por
disparos de soldados israelíes, incidente que seguía a los intensos
bombardeos lanzados en la madrugada de ayer que provocaron un
incendio. Para mediar en las negociaciones con las que se trata de
resolver la crisis, el enviado especial del Papa, el cardenal Roger
Etchegaray, se encuentra en misión de paz en la zona, pero no pudo
visitar ayer la basílica por la negativa de Israel a permitirle el
acceso.
El purpurado se entrevistó ayer por la tarde con Arafat en sus
oficinas de Ramala durante una media hora, en la que fue la primera
visita oficial que recibió el presidente palestino después de que
Israel le levantara el asedio. Por su parte, los frailes
franciscanos hicieron ayer un «urgente llamamiento a España» para
que contribuya a solucionar la crisis de la Basílica de Belén,
donde los «religiosos están ya desfalleciendo de hambre y los
palestinos se encuentran en una situación aún peor».
Tras recuperar su libertad de movimientos, Arafat declaró que
«los cristianos y musulmanes estamos unidos» y condenó de forma
enérgica la «actitud nazi y los crímenes de guerra» que ha cometido
Israel contra civiles palestinos. Poco después de su indignación
inicial, el ánimo de Arafat se tornó más eufórico al comprobar las
muestras de solidaridad en la calle, donde un grupo de palestinos
lo aclamaba con vítores y un unánime canto: «¡Con nuestro espíritu
y nuestra sangre, te redimiremos, oh Arafat!». El presidente de la
ANP, de 72 años y que presentaba un aspecto muy deteriorado en su
primera aparición pública, destacó que las «actividades bárbaras»
llevadas a cabo por el Ejército israelí en su reciente invasión de
Cisjordania, se deben a que «los fanáticos que asesinaron a Rabin,
están ahora en el poder» en Israel. El primer ministro israelí,
Ariel Sharon, advirtió que si viaja al exterior, Israel se reserva
el derecho de impedirle el retorno en caso de que se registren
atentados palestinos.
Pero el presidente palestino por el momento no tiene intenciones
de viajar al extranjero y tras su liberación se dedicará a visitar
las zonas más dañadas por la ofensiva israelí, como el ya simbólico
campo de refugiados de Jenín, que calificó como «Jeningrado» en
alusión al sangriento sitio que sufrió Stalingrado por los nazis
durante la Segunda Guerra Mundial. En todo caso, Arafat deberá
acallar las críticas de parte de los grupos opositores en los
territorios palestinos antes de salir al extranjero, ya que varias
facciones nacionalistas y religiosas, en particular el Frente para
la Liberación de Palestina (FPLP), han mostrado su descontento ante
el encarcelamiento en la prisión de Jericó de los seis palestinos
que Israel requería para juzgarlos.
Para muchos palestinos se trata de una suerte de «claudicación»
ante las presiones israelíes y de EE UU, y el Movimiento de la
Resistencia Islámica (Hamas) ya ha advertido de nuevos ataques
contra objetivos israelíes en los «próximos días y semanas».
Mientras, el Ejército israelí detuvo ayer a 112 palestinos durante
una incursión en el campamento de refugiados de Al Arub, cerca de
Hebrón, en el sur de Cisjordania.
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