Cuando parecía que la materialización del acuerdo entre el Gobierno
israelí y la Autoridad Nacional Palestina relativo al destino de
los activistas que se encuentran confinados dentro de la Iglesia de
la Natividad era inminente, ayer volvieron a producirse problemas
de última hora, ya que, debido a discrepancias sobre el número de
palestinos «peligrosos» para Israel que serán exiliados a un tercer
país, ambas partes bloquearon de nuevo las negociaciones.
El ministro israelí de Defensa, Benjamín ben Eliezer, se mostró
ayer optimista respecto a la rápida conclusión del contencioso, que
podría poner fin a cinco semanas de asedio de la Basílica de la
Natividad de Belén. En una intervención ante el grupo parlamentario
laborista en la 'Knesset' (Parlamento israelí), Ben Eliezer aseguró
que «nos encontramos en la última fase de las negociaciones, y al
menos que surja un problema de última hora creo que este asunto se
solucionará en las próximas horas».
El acuerdo alcanzado se basa en la deportación de un pequeño
número de militantes buscados por los servicios de seguridad
israelíes, así como el traslado a la Franja de Gaza de un número
más amplio, donde serían juzgados ante un tribunal palestino. Estos
dos principios, aceptados por ambas partes, permitían prever un
rápido final al asedio.
No obstante, cuando llegó el momento de ultimar el número de
activistas considerados «peligrosos», el Gobierno israelí exigió
que fueran al menos una docena los que sean expulsados a un tercer
país, que sería probablemente Italia. En cambio, la Autoridad
Nacional Palestina no está dispuesta a aceptar más de seis.
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