Robert Hanssen, quien fue considerado uno de los mejores agentes
del contraespionaje del FBI fue sentenciado ayer a cadena perpetua
por vender secretos a Moscú durante dos décadas, en el caso de
espionaje que más daño ha causado ha Estados Unidos. En una sala
abarrotada de público, incluidos numerosos agentes del FBI (policía
federal) que le dieron su respaldo, amigos y su familia, Hanssen,
de 58 años, pidió perdón por su conducta y por los daños
ocasionados al país y a sus parientes.
Durante la audiencia en la que el juez federal del distrito de
Alexandria (Virginia), cerca de la capital de EE UU, Claude Hilton,
dio a conocer la sentencia, el recluso que vestía el uniforme verde
de los prisioneros, aseguró que está avergonzado por lo que hizo.
El recluso, que durante 25 años trabajó en la Oficina Federal de
Investigaciones (FBI), quien llegó a ser jefe de vigilancia sobre
la embajada de Moscú en Washington, se salvó de la pena de muerte
gracias a un acuerdo en el que se comprometió a cooperar con los
investigadores.
La condena de cadena perpetua establece que Hanssen jamás podrá
salir de la cárcel. El ex espía, que durante 20 años vendió
secretos a Moscú a cambio de 1'4 millones de dólares en efectivo y
diamantes, fue tachado como traidor por los fiscales. Su caso
obligó al FBI a adoptar drásticas medidas de seguridad entre sus
agentes, que incluyen su sometimiento periódico al detector de
mentiras. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) había dicho a
los abogados del Gobierno que Hanssen no cooperó lo suficiente en
las averiguaciones, como había prometido, y que con frecuencia sus
respuestas a los investigadores fueron contradictorias,
inconsistentes o ilógicas.
Hanssen, un católico devoto, miembro del Opus Dei y padre de
seis hijos, fue arrestado en febrero de 2001 en el estado de
Virginia, después de depositar un paquete de material secreto en un
parque cerca de su casa para que lo recogiera su contacto ruso.
Un jurado investigador presentó 21 cargos en su contra y en
julio pasado Hanssen se declaró culpable de 15 de los delitos, como
parte de un acuerdo con el Gobierno federal que incluyó su
disposición a informar plenamente sobre sus actividades de
espionaje. La fiscalía indicó que el recluso vendió primero a la
Unión Soviética y después a Rusia informes que motivaron la muerte
de al menos tres miembros del espionaje ruso que trabajaban como
agentes dobles para EE UU.
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