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El primer ministro de Israel, Ariel Sharon, dijo ayer que prefiere ampliar su Gobierno con la incorporación de nuevos partidos, que convocar elecciones anticipadas, tras destituir horas antes a cuatro de sus ministros que rechazaron el plan económico de austeridad. Tras un acalorado debate en la cámara legislativa, Sharon destituyó cuatro de los cinco ministros del ultraderechista Shas, al igual que a todos los viceministros de ese partido ortodoxo -el tercero en importancia con sus 17 escaños-, después de que el plan de austeridad económica del Gobierno fuera rechazado por 47 votos contra 44.

Para el denominado «Plan de Emergencia Económico», que será presentado nuevamente hoy en el Parlamento, Sharon aseguró que no negociará con el partido ortodoxo antes de la votación. En conversaciones con miembros del bloque de derechas Likud, que lidera Sharon, el primer ministro dejó claro que ni negociará con los ortodoxos, ni está dispuesto a convocar elecciones anticipadas, pues prefiere ampliar su Gobierno. Observadores políticos señalan que, en este caso, el primer ministro, podría atraer a partidos menores como, el ultraderechista Israel Beitenu, el partido laico y de derechas «Shinui» o los sindicalistas de «Am Ejad» (Un Pueblo).

De los más de 80 que llegó a tener hace unos meses, la coalición que encabeza Sharon cuenta ahora con el respaldo de 60 de los 120 diputados del Parlamento: 24 del Laborismo, 19 de Likud, 5 del Partido de Centro, otros 5 del Partido Religioso Nacional, 4 del partido nacionalista Israel Baaliá y 3 del centro-derechista Guesher. El llamado Plan de Emergencia Económica recorta en 3.500 millones de euros los presupuestos de todos los Ministerios, al tiempo que establece una drástica reducción de gastos, el incremento de impuestos indirectos en un 17 a 18 por ciento y la subida de la gasolina.

Además, el Plan disminuye las ayudas a las familias numerosas en un 24 por ciento, excepto en los casos en los que el cabeza de familia sirva en el Ejército. Esta última medida afecta directamente a los privilegios que disfrutaban los judíos ortodoxos votantes del Shas, con familias numerosas en la mayoría de los casos, ya que siguen el precepto bíblico «creced y multiplicaos». Además, están exentos de servir en las Fuerzas Armadas de Israel, al considerarse a sí mismos «soldados de Dios», una forma por tanto, de servir al Estado judío en el terreno espiritual, no militar.