La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) presentó ayer al
Congreso sus planes de reorganización, que incluyen la contratación
de cerca de mil agentes y la utilización de más recursos para
prevenir actividades antiterroristas. El secretario de Justicia,
John Ashcroft, y el director del FBI, Robert Mueller, explicaron
que la reorientación de la «estructura, cultura y misión» de la
entidad, que irá de la pasividad a la prevención del terrorismo,
busca mejorar la capacidad de análisis de cientos de pistas
recabadas a diario por la agencia.
«Nuestra capacidad analítica no está donde debiera estar»,
reconoció en rueda de prensa Mueller, quien tomó las riendas de la
atribulada agencia hace ocho meses. El plan, que, según dijeron,
velará por la protección de los derechos civiles, «prima la
prevención sobre cualquier otra cosa» y requerirá de una mayor
inversión de recursos tecnológicos porque, según Mueller, «tenemos
años de retraso en la infraestructura tecnológica».
Tras enumerar los traspiés del FBI incluso antes de los
atentados terroristas, Mueller añadió que la agencia inició la
primera fase de su reorganización en noviembre pasado, después de
que quedara claro que «necesitábamos cambiar y estamos cambiando».
El plan del FBI (policía federal) incluye la contratación de 900
agentes en los próximos cuatro meses -entre especialistas en
computación, idiomas, ciencias e ingeniería-, y el traslado de
otros 518 de la unidad de investigaciones criminales hacia la
prevención de atentados terroristas.
Entre las diez prioridades anunciadas ayer, el FBI relega a un
plano inferior la investigación de delitos federales, como el
narcotráfico, los crímenes financieros, los secuestros y
asesinatos, en parte por las críticas recibidas sobre el mal uso de
las pistas que se tenían antes de los atentados del 11-S. Mientras,
la ONU ha informado a los Estados Unidos sobre lo que considera
actividades terroristas, informó ayer el 'Washington Post', que
destaca la preocupación de algunos porque la organización
internacional se convierta en un instrumento de Washington. El
portavoz de la ONU, Fred Eckhard, señaló sin embargo que la entrega
de información a los Estados Unidos no es motivo de preocupación
para la organización ni para su credibilidad.
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