Al menos 15 palestinos resultaron muertos y 176 heridos, entre
ellos el líder del brazo armado de HAMAS, las brigadas de Izadin
el-Kasem, Sheikh Salah Shahada, cuando un avión F-16 israelí lanzó
dos misiles en la madrugada de ayer contra un barrio del este de la
ciudad de Gaza. Según el ministro palestino de Sanidad, Riad
al-Zaanoun, 36 niños y 23 mujeres figuran entre los heridos, y
cinco mujeres entre los muertos. También indicó la existencia de
«algunos heridos graves». Según un balance de fuentes médicas,
nueve niños se encuentran entre los muertos y 15 heridos se
encuentran en estado crítico. Restos humanos encontrados bajo los
escombros son de momento imposibles de identificar.
Los restos mortales del líder del brazo armado del movimiento
islamista Hamás, Salah Chéhadé, de su mujer, de su hija de 10 años
y de su guardaespaldas, han sido encontrados, ya que sus cuerpos
fueron destrozados en el ataque. Zaanoun indicó que «las
operaciones de búsqueda prosiguen». El primer ministro israelí,
Ariel Sharon, se mostró satisfecho por los resultados de la
operación en la que además de la muerte de un jefe del brazo armado
de Hamás también murieron ocho niños, y lo calificó de «una de las
operaciones más exitosas» del Ejército.
«No puede existir la más mínima concesión en la lucha contra el
terrorismo», declaró Sharon, lamentando por otra parte «las
víctimas inocentes de este bombardeo». Anteriormente, la radio
pública indicó que Sharon y su ministro de Defensa, Benjamin Ben
Eliezer, dieron personalmente «luz verde» para el bombardeo. El
ministro israelí de Interior, Eli Yishai, miembro del gabinete de
seguridad, afirmó que dicho gabinete no había sido convocado ni
consultado antes del bombardeo.
Por otra parte, los palestinos de Gaza y Cisjordania sólo
piensan en vengar las muertes del bombardeo. Más de 250.000
personas, según cálculos policiales, participaron ayer en los
funerales de los palestinos que murieron en el ataque. El funeral
comenzó a las puertas del hospital Shifa de Gaza, de donde los
seguidores de Shahade recogieron su cuerpo y el de las otras 15
víctimas, entre ellas también su mujer, tres de sus hijos y su
guardaespaldas. Los cadáveres de las víctimas fueron llevados a
hombros en camillas, cubiertos con la bandera tricolor palestina.
«La sangre de nuestros mártires no será derramada en vano», coreaba
la multitud, que pedía «vengar estos crímenes». También se oyeron
gritos de «muerte a Israel, muerte a Estados Unidos».
En los funerales se pudo ver también a cientos de individuos
enmascarados que disparaban al aire, así como a los dirigentes de
todas las facciones palestinas, incluido el movimiento Al-Fatah.
Cada grupo iba encabezado por sus propios militantes enmascarados y
armados con rifles, granadas, misiles antitanque y morteros, así
como banderas rojas, amarillas, verdes y negras.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat,
calificó de «masacre» el bombardeo, que también ha sido ampliamente
condenado por la comunidad internacional. Arafat pidió el «rápido
envío» de una fuerza internacional a Gaza y Cisjordania para «parar
las agresiones israelíes contra nuestro pueblo». También anunció
que denunciarán el ataque ante el Tribunal Penal Internacional,
frente al que intentarán llevar a Ariel Sharón, y encausarlo por
crímenes de guerra.
El movimiento palestino radical Yihad Islámica prometió ayer
hacer pagar a Israel un «precio elevado». «Esta masacre terrorista
no quedará impune y el enemigo sionista pagará un precio elevado»,
declaró el responsable de la Yihad Islámica en el Líbano, Abu Imad
Rifai. «El pueblo palestino y las fuerzas de la resistencia
responderán como es su derecho y su deber a esta horrible masacre,
utilizando todos los medios disponibles en operaciones llevadas a
cabo por nuestros héroes», agregó.
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