El régimen iraquí, animado por la creciente oposición de la
comunidad internacional a un ataque estadounidense contra su
territorio, se prepara para lanzar una campaña diplomática para
conseguir aún más respaldo, en particular entre los países árabes,
a los que quiere convencer de los peligros que les acarrearía una
operación norteamericana.
El vicepresidente iraquí, Taha Yasín Ramadán, adelantó que «en
unos días», varios embajadores especiales de Sadam Husein serán
enviados al conjunto de los países árabes para «poner al corriente
a sus dirigentes de la realidad». Señaló en especial a Arabia
Saudí, afirmando que Bagdad «espera más» de este país y que ya ha
constatado que su política está «evolucionando hacia el rechazo de
toda agresión».
El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, expresó su
oposición a iniciar «una nueva guerra» contra Bagdad, instando a
Estados Unidos a «no poner en peligro» la unidad de la coalición
antiterrorista nacida tras los atentados del 11 de septiembre.
«Debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos», advirtió,
respecto a la posibilidad de que los países árabes se desmarquen y
la coalición se fisure.
De hecho, la oposición a los planes de George Bush ha ganado
terreno incluso en el interior de Estados Unidos, y en el seno del
Partido Republicano, mientras el presidente se esfuerza por
convencer al mundo de la oportunidad que actualmente existe para
una operación contra Sadam.
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