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Las elecciones regionales de Hesse y de Baja Sajonia se convirtieron ayer en un voto de castigo para el canciller alemán, Gerhard Schroeder, cuyo partido, el Socialdemócrata (SPD), sufrió duras derrotas en ambos estados federados.

En Baja Sajonia, la patria chica de Schroeder, de la que fue primer ministro durante ocho años antes de llegar a la Cancillería, el actual, Sigmar Gabriel, será relevado por el cristianodemócrata Christian Wulff.

En Hesse la derrota del SPD fue aún más contundente y el primer ministro, Roland Koch, de la Unión Cristianodemócrata (CDU), ha logrado incluso la mayoría absoluta de los votos, mientras que los socialdemócratas han caído por debajo del 30 por ciento.

Tanto Gabriel como el candidato del SPD en Hesse, Gerhard Boekel, han reconocido sus derrotas -el segundo piensa incluso pasar a segunda fila- y han felicitado a sus rivales, al tiempo que empezaba el análisis de las causas de la debacle.

De momento, hay un consenso claro de que el rechazo a la política de Schroeder, sobre todo en materia fiscal y social, ha sido determinante en los resultados.

«Sabemos que Gerhard Schroeder sabe como llegar a la Cancillería y en septiembre vimos que también sabe mantenerse allí pero parece que los electores han empezado a dudar de que sepa lo que quiere hacer allí», dijo Christian Wulff para responder a una pregunta irónica acerca de si le había agradecido su victoria al canciller.